Irene Rojo Torrontegui es una amiga como se dice de la infancia, nos conocemos desde que éramos pequeñas y hemos compartido muchos bellos momentos, tambien compartimos la pasión por el baile y un estilo de vida muy activo.
En el 2016 Irene me llama por WhatsApp y me dice que se casa! y en la playa!. No escogió algo cerca de nuestra ciudad natal, se fue literalmente al otro lado de México para casarse con Sinuhé Sánchez Martínez. Por supuesto no era tarea fácil para nadie ni para ella organizar fiesta y recepción de invitados fuera de casa, pero como es propio de ella, lo hizo muy bien.
Nose si había otra opción o si era la única en su mente, así que me pidió que fuera yo la que le hiciera su vestido de novia, confiando en que fuera algo único y original.
Claro! Nunca es tarea fácil un vestido de novia, pero en este caso resultó fácil entender que dirección tomar que le vistiera como una segunda piel y que mostrara esa parte espiritual que ella esconde detrás del perfeccionismo, fuerza y dinamismo que la caracteriza.
Su vestido inicialmente estaba compuesto por tres piezas y concluyó solo en dos. Ahora se por que pasan las cosas, en su tiempo lamenté no sacar esa pieza, pero ahora veo que esa prenda hablaba de ese perfeccionismo y rigidez que ahora son parte del pasado para ella.
Era un juego entre transparencia y delicadeza, mostraba esa parte femenina y ligera como su espíritu. Su vestido lo formo como parte primordial una seda de alta costura, comprada muchos años atrás en Roma y que esperaba ser utilizada en una ocasión especial y que más especial que la boda de una de mis mejores amigas.
A la cual le deseo siempre lo mejor y que me siento orgullosa de haber estado en un momento tan simbólico junto con ella.
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